domingo, 15 de agosto de 2010

Una casa enorme y carísima con jardín y pileta. Tres mucamas. Dos meses en Punta todos los veranos. Viajes a Europa y Estados Unidos. Ropa nueva todos los meses, la mejor, la más cara. El último celular, el último mp4, el último televisor LSD, uno en cada habitación. Los mejores colegios, el mejor country de fin de semana. Los mejores amigos, de las mejores familias. Una moto antes de los 16. El auto antes de los 18. Fiestas todos los sabados.

Creí, por un momento que eso era la felicidad y mientras tanto la deje escapar. ¿Por qué cuándo tenemos la felicidad frente a los ojos, no sabemos verla? Siempre pensamos en lo que nos estamos perdiendo, deseando cosas que no tenemos, y en realidad, todo lo que necesitamos para ser felices está ahí, mordiéndonos la mano. Creemos que la felicidad es algo difícil de alcanzar. A veces hasta nos convencemos de que nunca vamos a ser felices. Quise todo y tuve todo. Hasta descubrir que las ampollas de mis pies caminando junto a él, bajo un sol que partía la tierra, su olor a campo y su sonrisa eran la felicidad para mí. Recién ahora lo veo

Libro: Resiste, Casi Angeles

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